Voy a publicar unos quepeños relatos que tenía en un antiguo Blog para que por lo menos no caigan en el olvido de un archivo de mi ordenador.
La noche era clara, la luz de la luna dejaba
una penumbra en la habitación. Fuera se oía el silbido de un viento gélido que
de vez en cuando se notaba por las rendijas del ventanal. Su cuerpo estaba
inmóvil, sus músculos tensos, su corazón palpitaba con ritmo acelerado, todos
sus sentidos puestos en las fantasmagóricas sombras que creaba la luna; ella
sabía que no estaba sola, que había algo mas ahí fuera. De repente un golpe
seco, un parpadeo, y la ventana estaba abierta. Rápidamente se levantó a
cerrarla pero ya era tarde, algo había entrado en la habitación, podía notar su
presencia, una presencia fría, inquietante, pero a la vez tranquilizante.
De pié junto a la ventana ya cerrada notó algo
que la rozaba la espalda, el roce fue
fugaz, pero suficiente para sentir cómo se helaba la sangre. Se giró, avanzo
hacia la oscuridad, hacia donde estaba la cama, pero a medio trayecto se paró
en seco, un aliento frio le rozaba el cuello, unos labios se posaron levemente
sobre su piel; segundos que parecían horas enteras, pero aquella sensación era
nueva, algo en su interior le invitaba continuar, los fríos labios seguían
recorriendo su cuello besando centímetro a centímetro. Un escalofrío recorrió
su cuerpo mientras oía un leve susurro al oído; con la respuesta comenzó en
baile, la pasión se desataba, no importaba el frío, no importaba quien o qué
fuese el extraño. El final, un beso largo y sensual; los labios volvieron a
recorrer el cuello, punto por punto, hasta que suavemente y con delicadeza,
ella notó como algo se iba clavando en un costado, no sentía ni dolor ni miedo,
ni frio ni calor, desde entonces no volvió a ser la misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario